Editorial
En los primeros días de diciembre de 1972 se realizaba la Conferencia
Constitutiva del Partido Comunista Revolucionario del Uruguay. Se culminaba
una etapa importante en la reconstrucción del Partido revolucionario
de la clase obrera uruguaya en ese periodo, que había comenzado
con la constitución del Movimiento Izquierda Revolucionaria (MIR)
en 1963. El MIR logró nuclear en su nacimiento a dirigentes y
militantes que habían dejado las filas del PC revisionista, reaccionando
ante su reformismo y su dependencia al PCUS y su nueva política
desde Jruschov en adelante.
En la constitución
del MIR, además del avance de las condiciones objetivas y subjetivas
en nuestro país, influyeron en gran manera la Revolución
Cubana, como demostración concreta de la posibilidad de la Revolución
en América Latina y como nueva confirmación de la inevitable
vía de la guerra popular para llevar adelante una revolución
consecuente; y, por supuesto, las posiciones maoístas que se
estaban desarrollando en una valiente oposición al revisionismo
del PC soviético (PCUS).
La década
del '60 fue muy rica en experiencias de lucha, tanto en el plano nacional
como en el internacional. En lo nacional, surgieron nuevos grupos revolucionarios,
como el MLN y hubieron grandes experiencias de luchas de masas estudiantiles
y obreras de 1968; en el plano internacional la guerra de Vietnam, la
Revolución Cultural China, la muerte heroica del Che en Bolivia.
Esto incidió en un avance en la delimitación más
rigurosa de campos en lo ideológico, que culmina en la adopción
del Marxismo-Leninismo-Maoísmo, la prueba de los distintos cuadros
dirigentes en la práctica; en síntesis: la maduración
de las condiciones para la fundación del Partido.
Cuando se funda
el Partido en 1972, era evidentemente una necesidad objetiva de la clase
obrera uruguaya, que ya estaba librando combates decisivos contra el
fascismo y contra el golpe que se venía, ya por ese entonces
con cientos de presos políticos y torturados; contra una legislación
cada vez más represiva, contra las medidas prontas de seguridad,
congelamiento salarial, etc.
Al mismo tiempo,
el 6 de diciembre, caía nuestro segundo mártir, Joaquín
Kluver. En agosto de ese año había caído heroicamente,
a manos del fascismo, el camarada Santiago Rodríguez Muela, en
el Liceo 8.Estos hechos marcaron profundamente el contenido del proceso
fundacional de nuestro Partido.
En ese periodo,
para muchos militantes revolucionarios quedaba claro, por la derrota
militar sufrida por el MLN, las limitaciones que tenía ese tipo
de lucha, y también iba quedando mucho más claro, sobre
todo después del 9 de febrero del '73, el verdadero papel, oportunista,
que jugaba el PC revisionista, arismendiano, que siendo la fuerza hegemónica
en el movimiento obrero y popular, esconde el verdadero carácter
fascista de la cúpula militar, que demagógicamente levanta
los Comunicados 4 y 7, hecho decisivo en el golpe militar facista de
junio.
Podemos decir
que fue un periodo intenso en el cual se forjó una dirección
en nuestro Partido, cuyos principales dirigentes fueron Nebio Melo,
Winston Mazzuchi, Carlos Cabezudo, Anselmo García y Luis González,
que dieron una lucha decidida y firme, en defensa del Marxismo-Leninismo-Maoísmo,
contra el revisionismo, y a la vez una lucha imprescindible a lo interno
contra el sectarismo, el dogmatismo y el academismo de derecha con fraseología
de izquierda que durante algunos años había predominado
en el MIR. Así, rectificando un estilo que perjudicaba el desarrollo
de una política consecuentemente antiimperialista y antifascista
que nos hubiera permitido arraigarnos más entre las masas, y
una política de alianzas que se correspondiera con las tareas
generales. Nuestro Partido llegó a tener cientos de cuadros,
un importante desarrollo en la clase obrera, el estudiantado (Agrupaciones
Rojas) y otros sectores populares y jugó un papel destacado en
la huelga general de 15 días que enfrentó el golpe, por
lo que fue duramente reprimido por el fascismo. Fueron desaparecidos
o asesinados, también, sus principales dirigentes. El Partido
tuvo alrededor de 100 presos y decenas de exiliados. Esto reflejó
que se estaba en el combate pero también desnudó grandes
debilidades organizativas, fruto de las concepciones academistas ya
señaladas-que desvincularon la teoría de la práctica
durante el periodo anterior, al no preparar seriamente la organización-
y también de la juventud e inexperiencia de la gran mayoría
de nuestros camaradas, entre otras cosas.
A partir de toda
la gran peripecia nacional e internacional de las décadas del
'70 y '80, y a pesar de la caída del socialismo también
en China, supo reorganizarse a la salida de la dictadura y gestar, en
un proceso que lleva hoy 15 años, un Partido pequeño -todavía
hoy- pero que se ha mantenido fiel al Marxismo-Leninismo-Maoísmo
y a su compromiso revolucionario con la clase obrera y el pueblo uruguayo,
que trabaja permanentemente entre las masas, que se une lo más
posible con los compañeros más consecuentes y combativos
del movimiento popular y que también ha sabido desarrollar una
política de alianzas en el plano internacional, participando
del reagrupamiento de las fuerzas maoístas a nivel mundial y
de las fuerzas revolucionarias y antiimperialistas en América
del Sur.
Como homenaje
a nuestros heroicos camaradas que fueron desaparecidos o muertos bajo
la dictadura, quienes hoy llevamos sus banderas, de todo corazón,
le ofrendamos este humilde y rojo número 40 de nuestro La Verdad.
EL
NÚMERO 40 DE LA VERDAD
La breve historia de nuestro periódico va a señalar también
el proceso de construcción partidaria que estamos viviendo desde
la salida de la dictadura. Al Pueblo la Verdad fue una desición
tomada a fines de 1988, por el Plenario del -por ese entonces- Movimiento
por la Construcción del Partido del Proletariado (Marxista-Leninista)
(MCPP-ML). En ese año habíamos realizado una Conferencia,
donde se había establecido una mayoría amplia, decidida
a retomar la base ideológica, la historia, los mártires,
la continuidad con el PCR. Del '85 al '88 habían predominado
corrientes que planteaban mantenernos unidos solo en base a un trabajo
sindical clasista y al periódico La Prensa Sindical. Algunos
planteaban, también, la posibilidad de reconstruir el Partido
con organizaciones con otra base ideológica. A pesar de esto,
el trabajo durante esos años fue productivo y posibilitó
poner rápidamente a prueba las distintas opciones y a los militantes.
El primer número
del La Verdad sale en 1989 y desde entonces ha sido fundamental en la
delimitación de campos ideológicos. Podemos decir con
orgullo que nuestro humilde periódico ya tiene una larga tradición,
también, en las luchas obreras y estudiantiles, impulsando siempre
la combatividad y la mayor generalización posible de las mismas,
en una táctica que acumule fuerzas hacia la Revolución
Obrera y Popular.
En la lucha política nuestro periódico ha impulsado, desde
su aparición, al Movimiento de Participación Popular (MPP)
y su lista 609.
Hemos puesto
mucho énfasis en la información internacional, principalmente
la que oculta el imperialismo y todo el cerco de lo que fue el revisionismo
soviético. Sobre todo nos ha interesado difundir las grandes
luchas que se desarrollan en la región, en nuestro países
hermanos, y que en gran medida están dirigidas hoy por fuerzas
Marxistas-Leninistas.
La Verdad no
hubiera podido realizar esta hermosa tarea sin la pasión, el
sacrificio y el trabajo desinteresado de los camaradas que elaboran
el periódico, quienes lo distribuyen, y también aquellos
que lo leen y financian. Desde estas páginas, nuestro saludo
a las luchas actuales, principalmente la de los cañeros y trabajadores
del azúcar de Bella Unión, la de los compañeros
del Hospital Pereira Rossell -reprimidos con la aplicación de
los Servicios Escenciales-, y la gran lucha de los estudiantes universitarios,
savia nueva para una gran causa, la revolución obrera y popular.