Web del Partido Comunista Revolucionario del Uruguay - Editorial
31 AÑOS LUCHANDO POR LA REVOLUCIÓN Y EL COMUNISMO

Editorial

 

        Al momento de escribir este editorial nos encontramos ya a pocos días de una nueva celebración del 1º de Mayo. Saludamos por lo tanto desde estas páginas proletarias a todos los militantes clasistas y revolucionarios, a la clase obrera y al pueblo uruguayo, así como a la clase obrera internacional y a los pueblos oprimidos del mundo.
        Saludamos al heroico pueblo Palestino, que está enfrentando por los medios más diversos de lucha, incluso con las armas en la mano, esta nueva ocupación y guerra tan desigual contra Israel. El gobierno fascista y racista de Sharon, alentado por la nueva situación creada por los sucesos del 11 de setiembre y el lanzamiento de la "guerra contra el terrorismo" de Bush, ha desatado una escalada bélica al servicio del imperialismo yanqui para golpear por un lado a los movimientos de liberación (e incluso a países de la región, como Irak e Irán, que enfrentan a los yanquis), y por otro lado para hacer retroceder las conquistas que el pueblo Palestino ha ido logrando con la lucha y la Intifada.
        Expresamos también nuestra solidaridad con el pueblo Argentino y a la vez nuestra enorme admiración por el Argentinazo del 19 y 20 de diciembre y por las grandes luchas que protagonizó el pueblo argentino, que hicieron caer a varios gobiernos reaccionarios, empezando por el de De la Rúa-Cavallo. Creemos que de estas luchas han surgido grandes enseñanzas para nuestro pueblo. En particular, que cuando existe un partido revolucionario (como el PCR Argentino) con un poderoso frente como la Corriente Clasista y Combativa, y aliado con las diversas corrientes clasistas del movimiento obrero y social, en las condiciones de una profunda crisis económica, social y política, es posible tirar abajo estos gobiernos oligárquicos y pro-imperialistas, a través de la lucha obrera y popular. No es casualidad que lo mismo haya sucedido en los últimos años en Ecuador, donde existe un fuerte PCMLE, y en Paraguay, donde existe un poderoso partido marxista-leninista: el MPR-PP.

        Nos hacemos solidarios con el pueblo de Afganistán, que ha sufrido una nueva guerra de agresión imperialista de yanquis y europeos. Es una nueva masacre contra este ya sufrido país, que se continúa hoy con una gran presencia permanente de tropas imperialistas. No olvidamos que durante la década del '80 Afganistán sufrió una cruel invasión por parte de la Unión Soviética social-imperialista (este es un hecho que debería hoy reconocer, en forma autocrítica aquella izquierda que apoyó en su momento la invasión).

        Nos solidarizamos con el pueblo Venezolano, que logró impedir, con una gran pueblada, un Golpe de Estado dirigido por la oligarquía y el imperialismo yanqui, que buscaba hacer retroceder varias conquistas de tipo nacional y social logradas durante el gobierno de Chávez. Esto es claro. Por otro lado, creemos importante señalar que consideramos a este gobierno como un gobierno de sectores de la burguesía antiyanqui, de sectores de la burguesía nacional y sectores de base popular; un gobierno que en estas condiciones, en un país dependiente, de capitalismo atrasado, donde el verdadero poder sigue estando en manos de las clases dominantes y el imperialismo, se enfrenta a dos grandes contradicciones: una es con el imperialismo yanqui, como se expresa en el tema de Cuba, en el precio del petróleo, etc.; y la otra gran contradicción es con la oposición popular desde abajo, con la clase obrera y los demás sectores populares avanzados que, como es lógico, plantean con independencia sus reivindicaciones y apuntan a marchar hacia una revolución obrera y popular.
        Lo que nos preocupa cuando decimos esto no es tanto lo vinculado al análisis de la situación venezolana sino que, en el Uruguay de hoy, cuando se discute esto se está discutiendo ya, también, la situación similar que podría crearse con la llegada del FA al gobierno.

        Expresamos como siempre nuestra solidaridad con Cuba y el pueblo cubano ante este nuevo hostigamiento que se suma al bloqueo y demás agresiones. Esta vez se da en el marco de la diplomacia internacional, con una participación tan importante como lamentable del gobierno de Jorge Batlle, un gobierno lacayo que entrega nuestra soberanía y nuestras riquezas al imperialismo.
        La izquierda reformista, el PCU revisionista, y otras fuerzas que son en apariencia muy solidarias con Cuba, olvidan en primer lugar que la principal forma del Internacionalismo Proletario y de la Solidaridad es enfrentar al enemigo común, y enfrentarlo consecuentemente, o sea: promoviendo la revolución de liberación nacional antiimperialista. Estos sectores hablan de solidaridad, hacen actos de solidaridad, pero en realidad no son consecuentes.
        Los reformistas, revisionistas y sectores que se han destacado por su pro-cubanismo, un pro-cubanismo mal entendido, a nuestro modo de ver, hablan permanentemente de algunos aspectos de las conquistas sociales que existen en Cuba, como por ejemplo el alto nivel de su salud pública, educación, etc. Pero se quedan en eso, sin destacar que estas conquistas, aun con todos sus retrocesos, serían imposibles si no se hubiera realizado en su momento una revolución socialista. Aplauden algunos aspectos de los logros de la revolución y no destacan cómo se llegó y cómo deben llegar nuestros pueblos a obtener conquistas similares. Lenin decía que luego de la Revolución Rusa había muchas personas en el mundo que la aplaudían, pero que lo verdaderamente imprescindible era que intentaran hacer lo mismo que habían hecho ellos.

        Nuestra concepción revolucionaria entiende que en los países oprimidos como el nuestro es necesaria una revolución en la que participen junto a la clase obrera otros sectores oprimidos. Entendemos que la clase obrera es la clase más consecuentemente revolucionaria y que es necesaria su hegemonía en ese frente, así como su máxima independencia, ya que no hay unidad sin lucha (y la unidad con los otros sectores no siempre predomina).
        Aquí prevenimos contra dos desviaciones: una es el seguidismo, que implica que la clase obrera vaya atrás de las reivindicaciones e intereses de la pequeño-burguesía y la burguesía nacional y actúe bajo su dirección (que es lo que sucede cuando el movimiento obrero está dirigido por fuerzas reformistas y revisionistas, como pasa hoy en nuestro país); la otra es una desviación propia del trosquismo y otros sectores, que no entienden la diferencia entre un país imperialista y un país oprimido. Para ellos un pequeño-burgués o un capitalista chico o medio, que tienen sus contradicciones con el imperialismo, son lo mismo que los grandes bancos y monopolios de los países imperialistas.
        El problema no es si nos aliamos con algunos "patrones", sino cuáles son los objetivos de esa alianza, contra quién se realiza esa alianza, y si efectivamente en esa alianza se defienden consecuentemente los intereses de la clase obrera. Por otro lado, las revoluciones triunfantes han demostrado que la clase obrera debe unir a la mayor cantidad posible de fuerzas en contra del enemigo principal en cada momento.

RICARDO COHEN


LA CRISIS SE PROFUNDIZA, PROFUNDICEMOS LA LUCHA

 

La situación actual en nuestro país por Ricardo Cohen

 


        Desde fines de 1998 se ha instalado en nuestro país una recesión que forma parte de la crisis económica internacional iniciada hace ya más de tres años.
        En la VII Conferencia Internacional de Organizaciones y Partidos Marxistas-Leninistas se coincidió en que existe una crisis económica mundial y que ésta es una crisis cíclica de sobreproducción, propia del modo de producción capitalista. En este sentido, tomamos del Manual de Economía Política de la U.R.S.S., de1954, las siguientes citas sobre las crisis económicas:


"Las crisis capitalistas son crisis de sobreproducción. La primera manifestación de la crisis es que las mercancías no encuentran salida por haberse producido en cantidad mayor de la que pueden comprar los principales consumidores, las masas populares, cuya capacidad adquisitiva se halla, bajo las relaciones capitalistas de producción, reducida a proporciones muy escasas…". "Los capitalistas reducen la producción y despiden obreros. Se cierran cientos y miles de empresas. Aumenta extraordinariamente el paro forzoso…". "En tiempos de crisis las masas trabajadores experimentan una extrema penuria de lo más indispensable…".
"La base de la crisis se halla entre el carácter social de la producción y la forma capitalista de apropiarse los frutos de la producción. Esta contradicción fundamental del capitalismo se manifiesta en la contradicción entre el aumento gigantesco de la capacidad de producción del capitalismo, aumento cuyo fin es obtener el máximo de beneficios para los capitalistas, y la reducción relativa de la demanda solvente de los millones de trabajadores, cuyo nivel de vida los capitalistas se esfuerzan constantemente por mantener en los límites mínimos" (J. Stalin).

        Estas crisis son cíclicas, llamándose ciclo "al período que media entre el comienzo de una crisis y el de la siguiente. El ciclo consta de cuatro fases: crisis, depresión, reanimación y auge. La fase fundamental del ciclo es la de la crisis, que sirve de punto de partida para un nuevo ciclo".
"La crisis es la fase del ciclo en que se manifiesta en forma tumultuaria y destructora la contradicción entre el crecimiento de las posibilidades productivas y la reducción relativa de la demanda solvente. Caracterizan esta fase del ciclo la superproducción de mercancías que no encuentran salidas, el brusco descenso de los precios, la aguda penuria de medios de pago y la bancarrota bursátil que provoca quiebras en masas, el descenso vertical de la producción, el aumento del paro forzoso".
"Las crisis capitalistas de superproducción tienen un carácter general. Comienzan en una rama cualquiera de la producción y se extienden rápidamente a toda la economía nacional. Surgen en uno o en varios países y se hacen extensivas luego a todo el mundo capitalista".


        Estas citas ilustran sobre un tema que sigue estando en debate. Hace unos años, junto a las teorías imperialistas de "el fin de las ideologías" y "el fin de la historia", entraban en escena las teorías revisionistas y oportunistas que coincidían en que no habría más crisis cíclicas, a causa de la "revolución tecnológica". En primer lugar los oportunistas niegan las crisis, luego tratan de hacer creer que la desocupación y otros aspectos visibles de la crisis sólo tienen que ver con el desarrollo tecnológico y no con las relaciones de producción, y posteriormente (cuando las crisis se expresan y son ya innegables) los oportunistas tratan de reducir las causas de las crisis a un modelo económico o una política económica de un gobierno en particular, lo que les permite cosechar en el terreno electoral y evitar ir a fondo en la necesidad de mostrarle al pueblo que en realidad estamos viviendo en la época del imperialismo capitalista, en la que se exacerban las contradicciones de este modo de producción. Al mismo tiempo que se lucha contra un gobierno reaccionario, hay que plantear la necesidad de una revolución que nos permita romper definitivamente con este sistema explotador.
        Si hay o no crisis y cuáles son sus causas, es un debate de importantes consecuencias para la lucha de la clase obrera. Las crisis económicas agudizan todas las contradicciones del sistema imperialista; son la base de la crisis social y política en el plano nacional e internacional, y son también la base para estas guerras de agresión promovidas por el imperialismo, como en Afganistán y Palestina.
        Éstas son condiciones objetivas para la gestación de situaciones revolucionarias en los distintos países. La visualización de la crisis, entender de qué crisis se trata y ver las perspectivas que toda crisis abre, generan también el deber de todo partido revolucionario de tener una conducta apropiada, de preparase para que esa crisis dé los mayores frutos hacia una perspectiva revolucionaria en la cual está la liberación nacional y el socialismo.
        La situación que vivimos en nuestro país se caracteriza por un aumento gigantesco de la deuda externa que, según los datos del semanario Búsqueda del 11/04/02, para el 2004 llevaría la deuda pública al 65% del PBI; la desocupación reconocida por el gobierno en este período es de entre 15% y 16%; la recesión alcanzó -2.8% en 1999, -1.4% en el 2000 y -3.1% en el 2001; en el primer trimestre del 2002 el PBI cayó el 5%; sigue cayendo el salario y los ingresos de las familias trabajadoras; el riesgo país supera los 600 puntos (el "riesgo país" indica los intereses que tiene que pagar el país en el exterior por sobre los intereses que paga EE.UU. -tomado como el 0- a razón de 100 por cada punto porcentual). A su vez, como era de esperarse, el déficit fiscal no ha bajado del 4% en estos años, han caído las exportaciones un 24% en el primer trimestre, y han aumentado los concordatos y moratorias -que son quiebras disfrazadas- como lo muestra el cuadro adjunto, tomado también de Búsqueda.
        La crisis en nuestro país está acompañando a la crisis Argentina, que por su profunda recesión y la devaluación del peso (de uno a tres) ha cambiado la situación regional en el plano comercial. La Argentina era el destino principal de las exportaciones en el último período, y contribuía con la mayor parte del turismo externo, lo que en nuestro país significó cientos de millones de dólares menos. Según los empresarios de este sector, en la última temporada hubo una caída del 50% a causa de la crisis.
        Ante los hechos sucedidos en la Argentina en los últimos meses, el gobierno y el ministro Bensión aumentaron el ritmo devaluatorio y tomaron algunas medidas de protección insuficientes y tardías, parecidas a las tomadas cuando la devaluación del Real en Brasil.
        Evidentemente, el MerCoSur ha entrado en crisis, luego de haber jugado su papel nefasto en este período, ya que la integración favoreció a los grandes monopolios que operaban en la región, sobretodo a los imperialistas Europeos, y obligó a la destrucción de ramas industriales enteras en nuestro país. Todavía hay reformistas que defienden al MerCoSur y lo contraponen de alguna forma al ALCA, que es la nueva integración que propone el gobierno actual: la integración con EEUU. Siempre nos hemos opuesto a estas integraciones y los hechos reafirman nuestra posición.
        En rasgos generales hoy todo el mundo acepta que hay una crisis. Nosotros entendemos que es fruto de este sistema económico y de las políticas económicas de este gobierno, que expresan los intereses de las clases dominantes y el imperialismo. Pero sostenemos que no era inevitable todo lo que ha sucedido, y aquí surge la gran responsabilidad que tiene el oportunismo reformista y electorero (que hoy dirige ampliamente el movimiento obrero y popular y abarca casi la totalidad del Frente Amplio) con su táctica permanente de negociación sin lucha, la táctica de suavizar la lucha de clases en pos de las elecciones, y de prometer un futuro cambio con sólo cambiar el gobierno, que es su argumento principal desde hace muchos años. Ellos también son responsables de lo que está pasando.
        Los plebiscitos -el método largo o el método corto- son métodos utilizables pero no pueden de ninguna manera sustituir los métodos tradicionales de la lucha obrera y popular. Mientras se juntan firmas durante un año suceden muchas cosas que no pueden ser abarcadas por ese plebiscito, como el remate del Puerto y todos los retrocesos económicos, los tarifazos, los ajustes fiscales permanentes, el recrudecimiento del problema de la vivienda, la salud, etc. El reformismo, encabezado por Juan Castillo, habla de un "ejército de lapiceras". Este "ejército" (¡), con las mesitas, su trabajo tan disperso, y una participación pobre de la clase obrera y el pueblo, puede parar ocasionalmente la privatización de una empresa (aunque la mayoría de los plebiscitos se han perdido), pero no puede parar el conjunto de la ofensiva imperialista y tampoco generar, por sí solo, organizaciones para las formas de lucha avanzadas que exige la actual situación. No es casualidad que también hayan cuestionado los piquetes y las movilizaciones por Aerolíneas Argentinas.
        Nosotros creemos que llegó la hora de llevar adelante formas superiores de lucha en nuestro país, donde participen miles y cientos de miles, como lo hacen en Argentina, luchando en serio, golpeando en serio a estos gobiernos, cortando la producción, en las rutas, fogoneando todas las luchas desde abajo, y buscando profundizarlas y unificarlas, para forzar al gobierno a hacer concesiones importantes o a que sufra una crisis política que lo barra como a De la Rúa.
        Los revolucionarios y los sectores clasistas del movimiento obrero y popular somos también responsables, dado que no hemos sabido impulsar la movilización desde abajo, independientemente de lo que haga el reformismo, y nos ha costado mucho desarrollarnos organizativamente.
        Luego de la VI Conferencia del PCR de agosto pasado (en donde se resuelve nuestro retiro del MPP) se ha profundizado en nuestra organización una discusión que también dio la I Conferencia de la JCR realizada recientemente: nos planteamos la necesidad ineludible de fortalecer la organización, para poder servir como herramienta d para la clase obrera y al pueblo. 16/04/02

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