Editorial
Al
momento de escribir este editorial nos encontramos ya a pocos días
de una nueva celebración del 1º de Mayo. Saludamos por lo
tanto desde estas páginas proletarias a todos los militantes
clasistas y revolucionarios, a la clase obrera y al pueblo uruguayo,
así como a la clase obrera internacional y a los pueblos oprimidos
del mundo.
Saludamos al heroico
pueblo Palestino, que está enfrentando por los medios más
diversos de lucha, incluso con las armas en la mano, esta nueva ocupación
y guerra tan desigual contra Israel. El gobierno fascista y racista
de Sharon, alentado por la nueva situación creada por los sucesos
del 11 de setiembre y el lanzamiento de la "guerra contra el terrorismo"
de Bush, ha desatado una escalada bélica al servicio del imperialismo
yanqui para golpear por un lado a los movimientos de liberación
(e incluso a países de la región, como Irak e Irán,
que enfrentan a los yanquis), y por otro lado para hacer retroceder
las conquistas que el pueblo Palestino ha ido logrando con la lucha
y la Intifada.
Expresamos también
nuestra solidaridad con el pueblo Argentino y a la vez nuestra enorme
admiración por el Argentinazo del 19 y 20 de diciembre y por
las grandes luchas que protagonizó el pueblo argentino, que hicieron
caer a varios gobiernos reaccionarios, empezando por el de De la Rúa-Cavallo.
Creemos que de estas luchas han surgido grandes enseñanzas para
nuestro pueblo. En particular, que cuando existe un partido revolucionario
(como el PCR Argentino) con un poderoso frente como la Corriente Clasista
y Combativa, y aliado con las diversas corrientes clasistas del movimiento
obrero y social, en las condiciones de una profunda crisis económica,
social y política, es posible tirar abajo estos gobiernos oligárquicos
y pro-imperialistas, a través de la lucha obrera y popular. No
es casualidad que lo mismo haya sucedido en los últimos años
en Ecuador, donde existe un fuerte PCMLE, y en Paraguay, donde existe
un poderoso partido marxista-leninista: el MPR-PP.
Nos
hacemos solidarios con el pueblo de Afganistán, que ha sufrido
una nueva guerra de agresión imperialista de yanquis y europeos.
Es una nueva masacre contra este ya sufrido país, que se continúa
hoy con una gran presencia permanente de tropas imperialistas. No olvidamos
que durante la década del '80 Afganistán sufrió
una cruel invasión por parte de la Unión Soviética
social-imperialista (este es un hecho que debería hoy reconocer,
en forma autocrítica aquella izquierda que apoyó en su
momento la invasión).
Nos
solidarizamos con el pueblo Venezolano, que logró impedir, con
una gran pueblada, un Golpe de Estado dirigido por la oligarquía
y el imperialismo yanqui, que buscaba hacer retroceder varias conquistas
de tipo nacional y social logradas durante el gobierno de Chávez.
Esto es claro. Por otro lado, creemos importante señalar que
consideramos a este gobierno como un gobierno de sectores de la burguesía
antiyanqui, de sectores de la burguesía nacional y sectores de
base popular; un gobierno que en estas condiciones, en un país
dependiente, de capitalismo atrasado, donde el verdadero poder sigue
estando en manos de las clases dominantes y el imperialismo, se enfrenta
a dos grandes contradicciones: una es con el imperialismo yanqui, como
se expresa en el tema de Cuba, en el precio del petróleo, etc.;
y la otra gran contradicción es con la oposición popular
desde abajo, con la clase obrera y los demás sectores populares
avanzados que, como es lógico, plantean con independencia sus
reivindicaciones y apuntan a marchar hacia una revolución obrera
y popular.
Lo que nos preocupa
cuando decimos esto no es tanto lo vinculado al análisis de la
situación venezolana sino que, en el Uruguay de hoy, cuando se
discute esto se está discutiendo ya, también, la situación
similar que podría crearse con la llegada del FA al gobierno.
Expresamos
como siempre nuestra solidaridad con Cuba y el pueblo cubano ante este
nuevo hostigamiento que se suma al bloqueo y demás agresiones.
Esta vez se da en el marco de la diplomacia internacional, con una participación
tan importante como lamentable del gobierno de Jorge Batlle, un gobierno
lacayo que entrega nuestra soberanía y nuestras riquezas al imperialismo.
La izquierda reformista,
el PCU revisionista, y otras fuerzas que son en apariencia muy solidarias
con Cuba, olvidan en primer lugar que la principal forma del Internacionalismo
Proletario y de la Solidaridad es enfrentar al enemigo común,
y enfrentarlo consecuentemente, o sea: promoviendo la revolución
de liberación nacional antiimperialista. Estos sectores hablan
de solidaridad, hacen actos de solidaridad, pero en realidad no son
consecuentes.
Los reformistas, revisionistas
y sectores que se han destacado por su pro-cubanismo, un pro-cubanismo
mal entendido, a nuestro modo de ver, hablan permanentemente de algunos
aspectos de las conquistas sociales que existen en Cuba, como por ejemplo
el alto nivel de su salud pública, educación, etc. Pero
se quedan en eso, sin destacar que estas conquistas, aun con todos sus
retrocesos, serían imposibles si no se hubiera realizado en su
momento una revolución socialista. Aplauden algunos aspectos
de los logros de la revolución y no destacan cómo se llegó
y cómo deben llegar nuestros pueblos a obtener conquistas similares.
Lenin decía que luego de la Revolución Rusa había
muchas personas en el mundo que la aplaudían, pero que lo verdaderamente
imprescindible era que intentaran hacer lo mismo que habían hecho
ellos.
Nuestra
concepción revolucionaria entiende que en los países oprimidos
como el nuestro es necesaria una revolución en la que participen
junto a la clase obrera otros sectores oprimidos. Entendemos que la
clase obrera es la clase más consecuentemente revolucionaria
y que es necesaria su hegemonía en ese frente, así como
su máxima independencia, ya que no hay unidad sin lucha (y la
unidad con los otros sectores no siempre predomina).
Aquí prevenimos
contra dos desviaciones: una es el seguidismo, que implica que la clase
obrera vaya atrás de las reivindicaciones e intereses de la pequeño-burguesía
y la burguesía nacional y actúe bajo su dirección
(que es lo que sucede cuando el movimiento obrero está dirigido
por fuerzas reformistas y revisionistas, como pasa hoy en nuestro país);
la otra es una desviación propia del trosquismo y otros sectores,
que no entienden la diferencia entre un país imperialista y un
país oprimido. Para ellos un pequeño-burgués o
un capitalista chico o medio, que tienen sus contradicciones con el
imperialismo, son lo mismo que los grandes bancos y monopolios de los
países imperialistas.
El problema no es si
nos aliamos con algunos "patrones", sino cuáles son
los objetivos de esa alianza, contra quién se realiza esa alianza,
y si efectivamente en esa alianza se defienden consecuentemente los
intereses de la clase obrera. Por otro lado, las revoluciones triunfantes
han demostrado que la clase obrera debe unir a la mayor cantidad posible
de fuerzas en contra del enemigo principal en cada momento.
RICARDO COHEN
LA CRISIS SE PROFUNDIZA, PROFUNDICEMOS LA LUCHA
La
situación actual en nuestro país por Ricardo Cohen
Desde
fines de 1998 se ha instalado en nuestro país una recesión
que forma parte de la crisis económica internacional iniciada
hace ya más de tres años.
En la VII Conferencia
Internacional de Organizaciones y Partidos Marxistas-Leninistas se coincidió
en que existe una crisis económica mundial y que ésta
es una crisis cíclica de sobreproducción, propia del modo
de producción capitalista. En este sentido, tomamos del Manual
de Economía Política de la U.R.S.S., de1954, las siguientes
citas sobre las crisis económicas:
"Las crisis capitalistas son crisis de sobreproducción.
La primera manifestación de la crisis es que las mercancías
no encuentran salida por haberse producido en cantidad mayor de la que
pueden comprar los principales consumidores, las masas populares, cuya
capacidad adquisitiva se halla, bajo las relaciones capitalistas de
producción, reducida a proporciones muy escasas
".
"Los capitalistas reducen la producción y despiden obreros.
Se cierran cientos y miles de empresas. Aumenta extraordinariamente
el paro forzoso
". "En tiempos de crisis las masas trabajadores
experimentan una extrema penuria de lo más indispensable
".
"La base de la crisis se halla entre el carácter social
de la producción y la forma capitalista de apropiarse los frutos
de la producción. Esta contradicción fundamental del capitalismo
se manifiesta en la contradicción entre el aumento gigantesco
de la capacidad de producción del capitalismo, aumento cuyo fin
es obtener el máximo de beneficios para los capitalistas, y la
reducción relativa de la demanda solvente de los millones de
trabajadores, cuyo nivel de vida los capitalistas se esfuerzan constantemente
por mantener en los límites mínimos" (J. Stalin).
Estas
crisis son cíclicas, llamándose ciclo "al período
que media entre el comienzo de una crisis y el de la siguiente. El ciclo
consta de cuatro fases: crisis, depresión, reanimación
y auge. La fase fundamental del ciclo es la de la crisis, que sirve
de punto de partida para un nuevo ciclo".
"La crisis es la fase del ciclo en que se manifiesta en forma tumultuaria
y destructora la contradicción entre el crecimiento de las posibilidades
productivas y la reducción relativa de la demanda solvente. Caracterizan
esta fase del ciclo la superproducción de mercancías que
no encuentran salidas, el brusco descenso de los precios, la aguda penuria
de medios de pago y la bancarrota bursátil que provoca quiebras
en masas, el descenso vertical de la producción, el aumento del
paro forzoso".
"Las crisis capitalistas de superproducción tienen un carácter
general. Comienzan en una rama cualquiera de la producción y
se extienden rápidamente a toda la economía nacional.
Surgen en uno o en varios países y se hacen extensivas luego
a todo el mundo capitalista".
Estas citas ilustran
sobre un tema que sigue estando en debate. Hace unos años, junto
a las teorías imperialistas de "el fin de las ideologías"
y "el fin de la historia", entraban en escena las teorías
revisionistas y oportunistas que coincidían en que no habría
más crisis cíclicas, a causa de la "revolución
tecnológica". En primer lugar los oportunistas niegan las
crisis, luego tratan de hacer creer que la desocupación y otros
aspectos visibles de la crisis sólo tienen que ver con el desarrollo
tecnológico y no con las relaciones de producción, y posteriormente
(cuando las crisis se expresan y son ya innegables) los oportunistas
tratan de reducir las causas de las crisis a un modelo económico
o una política económica de un gobierno en particular,
lo que les permite cosechar en el terreno electoral y evitar ir a fondo
en la necesidad de mostrarle al pueblo que en realidad estamos viviendo
en la época del imperialismo capitalista, en la que se exacerban
las contradicciones de este modo de producción. Al mismo tiempo
que se lucha contra un gobierno reaccionario, hay que plantear la necesidad
de una revolución que nos permita romper definitivamente con
este sistema explotador.
Si hay o no crisis y
cuáles son sus causas, es un debate de importantes consecuencias
para la lucha de la clase obrera. Las crisis económicas agudizan
todas las contradicciones del sistema imperialista; son la base de la
crisis social y política en el plano nacional e internacional,
y son también la base para estas guerras de agresión promovidas
por el imperialismo, como en Afganistán y Palestina.
Éstas son condiciones
objetivas para la gestación de situaciones revolucionarias en
los distintos países. La visualización de la crisis, entender
de qué crisis se trata y ver las perspectivas que toda crisis
abre, generan también el deber de todo partido revolucionario
de tener una conducta apropiada, de preparase para que esa crisis dé
los mayores frutos hacia una perspectiva revolucionaria en la cual está
la liberación nacional y el socialismo.
La situación
que vivimos en nuestro país se caracteriza por un aumento gigantesco
de la deuda externa que, según los datos del semanario Búsqueda
del 11/04/02, para el 2004 llevaría la deuda pública al
65% del PBI; la desocupación reconocida por el gobierno en este
período es de entre 15% y 16%; la recesión alcanzó
-2.8% en 1999, -1.4% en el 2000 y -3.1% en el 2001; en el primer trimestre
del 2002 el PBI cayó el 5%; sigue cayendo el salario y los ingresos
de las familias trabajadoras; el riesgo país supera los 600 puntos
(el "riesgo país" indica los intereses que tiene que
pagar el país en el exterior por sobre los intereses que paga
EE.UU. -tomado como el 0- a razón de 100 por cada punto porcentual).
A su vez, como era de esperarse, el déficit fiscal no ha bajado
del 4% en estos años, han caído las exportaciones un 24%
en el primer trimestre, y han aumentado los concordatos y moratorias
-que son quiebras disfrazadas- como lo muestra el cuadro adjunto, tomado
también de Búsqueda.
La crisis en nuestro
país está acompañando a la crisis Argentina, que
por su profunda recesión y la devaluación del peso (de
uno a tres) ha cambiado la situación regional en el plano comercial.
La Argentina era el destino principal de las exportaciones en el último
período, y contribuía con la mayor parte del turismo externo,
lo que en nuestro país significó cientos de millones de
dólares menos. Según los empresarios de este sector, en
la última temporada hubo una caída del 50% a causa de
la crisis.
Ante los hechos sucedidos
en la Argentina en los últimos meses, el gobierno y el ministro
Bensión aumentaron el ritmo devaluatorio y tomaron algunas medidas
de protección insuficientes y tardías, parecidas a las
tomadas cuando la devaluación del Real en Brasil.
Evidentemente, el MerCoSur
ha entrado en crisis, luego de haber jugado su papel nefasto en este
período, ya que la integración favoreció a los
grandes monopolios que operaban en la región, sobretodo a los
imperialistas Europeos, y obligó a la destrucción de ramas
industriales enteras en nuestro país. Todavía hay reformistas
que defienden al MerCoSur y lo contraponen de alguna forma al ALCA,
que es la nueva integración que propone el gobierno actual: la
integración con EEUU. Siempre nos hemos opuesto a estas integraciones
y los hechos reafirman nuestra posición.
En rasgos generales
hoy todo el mundo acepta que hay una crisis. Nosotros entendemos que
es fruto de este sistema económico y de las políticas
económicas de este gobierno, que expresan los intereses de las
clases dominantes y el imperialismo. Pero sostenemos que no era inevitable
todo lo que ha sucedido, y aquí surge la gran responsabilidad
que tiene el oportunismo reformista y electorero (que hoy dirige ampliamente
el movimiento obrero y popular y abarca casi la totalidad del Frente
Amplio) con su táctica permanente de negociación sin lucha,
la táctica de suavizar la lucha de clases en pos de las elecciones,
y de prometer un futuro cambio con sólo cambiar el gobierno,
que es su argumento principal desde hace muchos años. Ellos también
son responsables de lo que está pasando.
Los plebiscitos -el
método largo o el método corto- son métodos utilizables
pero no pueden de ninguna manera sustituir los métodos tradicionales
de la lucha obrera y popular. Mientras se juntan firmas durante un año
suceden muchas cosas que no pueden ser abarcadas por ese plebiscito,
como el remate del Puerto y todos los retrocesos económicos,
los tarifazos, los ajustes fiscales permanentes, el recrudecimiento
del problema de la vivienda, la salud, etc. El reformismo, encabezado
por Juan Castillo, habla de un "ejército de lapiceras".
Este "ejército" (¡), con las mesitas, su trabajo
tan disperso, y una participación pobre de la clase obrera y
el pueblo, puede parar ocasionalmente la privatización de una
empresa (aunque la mayoría de los plebiscitos se han perdido),
pero no puede parar el conjunto de la ofensiva imperialista y tampoco
generar, por sí solo, organizaciones para las formas de lucha
avanzadas que exige la actual situación. No es casualidad que
también hayan cuestionado los piquetes y las movilizaciones por
Aerolíneas Argentinas.
Nosotros creemos que
llegó la hora de llevar adelante formas superiores de lucha en
nuestro país, donde participen miles y cientos de miles, como
lo hacen en Argentina, luchando en serio, golpeando en serio a estos
gobiernos, cortando la producción, en las rutas, fogoneando todas
las luchas desde abajo, y buscando profundizarlas y unificarlas, para
forzar al gobierno a hacer concesiones importantes o a que sufra una
crisis política que lo barra como a De la Rúa.
Los revolucionarios
y los sectores clasistas del movimiento obrero y popular somos también
responsables, dado que no hemos sabido impulsar la movilización
desde abajo, independientemente de lo que haga el reformismo, y nos
ha costado mucho desarrollarnos organizativamente.
Luego de la VI Conferencia
del PCR de agosto pasado (en donde se resuelve nuestro retiro del MPP)
se ha profundizado en nuestra organización una discusión
que también dio la I Conferencia de la JCR realizada recientemente:
nos planteamos la necesidad ineludible de fortalecer la organización,
para poder servir como herramienta d para la clase obrera y al pueblo.
16/04/02